jueves, 6 de septiembre de 2012

El otro punto

 ¿Por qué este blog se titula “El otro punto”? Bueno, hasta ahora yo había sido una “i” normal. Sin tilde, a pesar de que algunos se empeñaban en ponérmela, muchos creyendo que sabían escribir mi nombre mejor que yo. Una “i” de esas que son una línea con cabeza, dulcemente antropomórficas. Pero ahora me ha salido otro punto. Y es que en los documentos de Francia me ponen la diéresis. El otro punto me da menos rabia que la tilde, porque me temo que ellos sí saben escribir mi nombre mejor que yo. Así que voy a probar durante unos meses cómo es tener una “ï” bicéfala, y voy a escribir sobre el otro punto. Claro, que para escribir sobre el otro punto tendré que compararlo con el punto que ya tenía. El problema de averiguar cuál de los dos puntos es el intruso lo dejo para cuando tenga que deshacerme de él.

El punto y la raya. Con ellos se pueden hacer grandes cosas. Por ejemplo, se puede escribir en código Morse. El telégrafo queda lejos en el tiempo, pero no en naturaleza. Porque no cabe duda de que el telégrafo fue el más rompedor de los inventos a la hora de hacer cercano lo lejano. Luego vinieron otros aparatos, cada vez mejores, pero allí estuvo el salto cualitativo. Pas loin, pas près...