viernes, 10 de julio de 2015

Madrid, ese mito

Madrid es para la mayoría de los españoles un ente abstracto y lejano, conocido por fuentes secundarias. Sabemos que allí no hay playa, que hay que mirar la Puerta de Alcalá y que tras Tirso de Molina están Sol, Gran Vía y Tribunal. Las referencias a Madrid están por todas partes; Madrid, por ninguna. Así, la capital se va perfilando como ese lugar mítico donde están las sedes de aquello en cuya sede no solemos pensar, donde pasan las cosas que nunca pasan aquí.

Si no se visita Madrid muy a menudo, sorprende que sea terrenal y abarcable. Que esos sitios de los que tanto se ha oído hablar no sean más emocionantes que la Plaza de la Escandalera. El colmo del desengaño llega cuando se enciende una televisión y se pone cualquier cadena nacional: en el momento en que empiezan a hablar sobre Madrid (y no hay que esperar mucho para que esto pase), lo poco que quedaba de aura desaparece. Esos sitios de los que están hablando los pisaste esta mañana. Antes pertenecían a otro mundo, ahora son vulgares.

La cadena nacional se convierte en local. España se reduce, todo está a la vista y es de una simplicidad abrumadora. Es el triunfo de lo mundano. Al final el mundo acaba siendo un barrio lleno de vecinas en bata y zapatillas.