miércoles, 13 de diciembre de 2017

Tacto

Hay algo de mandala en el trazado de tablas, algo de zen en el dibujo de flechas, algo de sudoku en las medias ponderadas. El movimiento, por pequeño que sea, es cálculo, es gimnasia, es rito.

Los que nunca supimos tener una agenda sentimos a veces la seducción de la tinta. Contemplamos cómo nuestros compañeros llenan de letras redondas sus libretas pautadas. El papel es rugoso, árido, hambriento. O refleja la luz de los fluorescentes, terso y suave. Las líneas de los otros nunca se tuercen. Y buscan en el estuche entre treinta bolígrafos uno para los títulos y otro para los subrayados.

La papelería es sensorial. El clic de la tapa. La presión del clip. La humedad del tipex. La sequedad de la tiza. La gravedad de las fundas. Sospecho que hay gente que se dedica a la docencia para seguir estrenando rotuladores. Y es una razón tan válida como cualquier otra.

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