jueves, 6 de febrero de 2014

Auxiliares de conversación y profesores de lenguas

Ser auxiliar es mejor que ser profesor porque casi nunca tienes que evaluar. Y evaluar es un asco si tienes que hacerlo en francés.

Ser profesor es mejor que ser auxiliar porque nunca vas a tener quinientos alumnos mosqueados porque aún te lías con sus nombres.

Ser auxiliar es mejor que ser profesor porque la creatividad no es una opción, es una obligación.

Ser profesor es mejor que ser auxiliar porque tras seis meses de trabajo y a un mes del final del contrato, maldita sea la creatividad.

Ser auxiliar es mejor que ser profesor porque a tu alrededor hay otros mil auxiliares jóvenes, expatriados y dinámicos, que tampoco tienen amigos cerca, que hablan francés igual de mal que tú y que se mueren por comerse el mundo.

Ser profesor es mejor que ser auxiliar porque los demás profesores se toman en serio tu aula, y no te roban sillas ni la usan como el almacén que es.

Ser auxiliar es mejor que ser profesor porque los alumnos te llegan de doce en doce como los huevos; o bien en forma de grupo completo, sonriente y atento ante la mirada del profesor titular, amenazante en un extremo de la sala.

Ser profesor es mejor que ser auxiliar porque la mirada del profesor titular, aunque él o ella no lo pretendía, te alcanzaba también a ti.

Ser auxiliar es mejor que ser profesor porque los alumnos creen que no hablas su lengua, así que no te queda otra que esforzarte por simplificar el español (y a ellos, por comprenderlo).

Ser profesor es mejor que ser auxiliar porque cuando dices que eres profesora sientes que has triunfado.

Ser auxiliar es mejor que ser profesor porque cuando dices que eres profesora te sientes vieja y acabada.

Ser profesor es mejor que ser auxiliar porque nunca va a llegar el profesor de turno y echarte abajo la actividad que habías preparado para que repartas una comprensión oral y le des al play al radiocaset.

Ser auxiliar es mejor que ser profesor reemplazante pagado por horas porque sabes exactamente cuándo te van a pagar y cuánto te van a pagar, ahorrándote ataques al corazón al recibir nóminas por setenta y dos euros (válgame dios).También hay otras cosas que sabes, como hasta qué día dura tu contrato. E incluso tienes documentos que lo certifican. Es maravilloso.

Ser profesor es mejor que ser auxiliar porque dar clases no es como tener hipo. Las secuencias tienen continuidad, dirección y coherencia, algo imposible de lograr con alumnos a los que ves una vez cada dos semanas. 

Ser auxiliar es mejor que ser profesor porque nadie va a pedirte nunca que organices un viaje de estudios.

Ser profesor es mejor que ser auxiliar porque si eres auxiliar nadie va a pedirte nunca que organices un viaje de estudios.

Ser auxiliar es mejor que ser profesor porque la gente se sorprende de lo bien que hablas francés. No de lo mal que lo hablas.

Ser profesor es mejor que ser auxiliar porque aunque tengas que echar broncas a los alumnos, aunque a veces te tomen por el pito del sereno, les tienes un aprecio sincero y generalmente correspondido. Las relaciones personales entre ellos y tú son directas, cercanas y auténticas. Y (aunque sepas que lo hacen porque son unas pelotas y porque la profesora titular los tiene al hilo y les dicta mucha teoría) cuando te suplican que no te vayas se te queda una sonrisa boba de satisfacción.



La convocatoria de auxiliares para el curso que viene acaba de publicarse. Otra vez, lamentablemente, han cerrado el campo a los que no sean filólogos o similar. Parece que siguen confundiendo a los auxiliares de conversación con profesores de lenguas.

Buena suerte a todos los que postulen. Que sepan que les envidio un poquito.