domingo, 19 de mayo de 2013

Disolución

¿Qué supone para España el éxodo masivo de mi generación? Ante todo, una discontinuidad cultural. Cuando los que estamos fuera volvamos, una gran franja de la población hará el huevo frito sin aceite, y a veces escribiendo a ordenador se equivocará y pondrá "q" donde hay "a" y "a" donde hay "q". Comerá a mediodía sin sufrir ni escandalizarse, y a las tres de la mañana de un sábado bostezará porque ya va siendo hora de volver a casa. Se le escaparán los ouis, los yes, los jas; la fatalidad le llevará al "merde !", al "Scheisse!" o al "shit!". Cuando tenga que saludar a alguien no sabrá si dar dos besos, o tres, o cuatro, ni por qué lado empezar, o tal vez estrechará distraídamente la mano o le soltará un abrazo al que menos se lo espere. Lo español se habrá vuelto laxo, diluído.
Es una pérdida de identidad, pero no es el individuo el que la pierde sino su país. Es la nación la que muere un poco, ese ente incorpóreo al que nunca tenemos claro qué valor otorgar.