jueves, 17 de septiembre de 2015

Compulsas compulsivas

Las fotocopias compulsadas siempre me han parecido un misterio arcaico, una paradoja a la que nadie quiere mirar. Se compulsa para probar que la copia es idéntica al original, aunque es evidente que si se compulsa es porque la copia difiere (si no, la haríamos pasar por él). Luego está el problema del estatus burontologico de la copia compulsada. Por obra y milagros de una mancha de tinta se ha convertido en un clon perfecto del original sin dejar de ser una imagen degenerada. Ahora vale lo mismo, pero nunca dejará de valer infinitamente menos. Lo sustituye en ese momento, marchitándose enseguida y muriendo sin descendencia. No se aceptan fotocopias compulsadas de fotocopias compulsadas. Es una pena: sería interesante asomarse a ese abismo de fotocopias infinitas, de pérdidas y garantías jerárquicas y lineales.


Una amiga mía, alemana para más señas, pidió hace unos años que le compulsasen una fotocopia del título de su carrera para poder hacer un papeleo en Francia. El funcionario alemán, tras imprimir la compulsa en la fotocopia, quedó pensativo. "Esto que he hecho debería ser suficiente. Pero por si acaso vete a esta oficina" dijo, mientras escribía las señas en un papel. En aquella oficina plasmaron otro cuño sobre la fotocopia para dar fe de la autenticidad del primero y, de propina, uno sobre el título original. Aquel funcionario tenía un estatus más elevado que el de antes pero idéntica preocupación. "Para estar bien seguros yo iría a esta dirección"- aconsejó, dándole una nueva hoja. Tras seguir las indicaciones, ella llegó al despacho de un tercer funcionario, más excelso que los anteriores, que estampó un texto y una engolada rúbrica en el diploma y la fotocopia, garantizando así la validez del segundo cuño. Mi amiga estaba cada vez más preocupada. No podía dejar de pensar que tal vez hiciese falta la garantía de un cuarto funcionario, porque si no ¿quién podía tener la certeza de que el tercero era veraz? Entre tanto, manchado de tinta de diversa procedencia, el título, el original, el inmaculado, el etéreo, palidecía. Los aditamentos destinados a acreditar su valor lo habían puesto en entredicho. Ya nada volvería a ser como antes.